Salieron del bar, mareados, totalmente mareados.
-Taxi o tren?
-Tren.
Ventanilla rota hacía correr el viento rápido por sus rostros y el mareo se pasaba de a ratos. Cinco estaciones, la escalera, el túnel, la avenida, todo en zigzag. El intentaba pescar su brazo y el cuerpo de ella se le escabullía entero. Ella no se daba cuenta de nada y el seguía intentando. Cuando llegaron a la casa y abrieron la puerta con dificultades ella enseguida se quitó el abrigo, puso música y se quedo en silencio. El hablaba, mucho, de muchas cosas a la vez y volvía una y otra vez a los temas inconclusos. Nunca hablaban de ellos y eso ya empezaba a estorbarles. Se convertía, con el tiempo, en bulto que pateaban a los costados de la habitación que los reuniera. No sabían bien que hacer con el, no sabían bien que hacer con ellos. El se sentó en la silla de siempre y ella volvió del baño esplendida. La musiquita la acompañaba, se recogió la pollera y se sentó en las piernas de él. Lo besó, la besó, se besaron. Hicieron de eso lo mejor que sabían.
El bulto, pisoteado, en el rincón izquierdo se rió de ellos.
ja!.
ResponderEliminarMe gustó mucho el ritmo...mis ojos corren apurados buscando llegar al final. Y ahí los dejas sonriendo, picaros.