lunes, 15 de septiembre de 2008

Amplificador.

No hay forma alguna de encontrar lo que a él le simplifique los pensamientos. Horas se pasa escuchándola y todo queda grabado a fuego. Después vienen esos mismos pensamientos que se tejen uno con otro, se enlazan y empiezan a armar historietas con la misma protagonista, siempre.
El no podía despegar.
La bufanda de pensamientos sobre su cuello calentaba la yugular y hacia hervir la sangre, por que ese tejido abría la puerta a otras sensaciones y estas, a su vez, cocinaban nuevos pensamientos.
El no podía parar.
Su amor había acabado hace ya rato, pero como padecía la voz de ella día tras día, el olvido se le hacia más que difícil.
El ultimo día que se vieron, ella le pidió cuatro cosas que el escucho en silencio. Ella lo miró y le dijo: lo necesito para ahora. El la miro con desgano, ese mismo que se siente cuando ya la batalla esta ganada, cuando es irreversible el final. Se puso su saco marrón, escoses, arreglo su maletín y le escupió en la cara: Yo ahora mismo necesito otra cosa.
Salió, amplificado por la puerta.

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