Si hoy me sentara, en esta misma silla en la que te dije que todo había cambiado, si me pusiera a pensar en ese dolor. Si lo hiciera, como ahora lo hago, me daría cuenta una vez mas que mas que por mi lo hice por vos. Hoy ni siquiera puedo decirte lo que te quiero, por temor a lastimarte más. En cada hilo del pulover que te llevaste impregne un poco de mi amor y en ese abrazo que nos dimos intente decirte lo que ya no puedo.
Mi alma entera te agradecerá siempre por haberte cruzado.
Tristeza
ResponderEliminar...¡Tristeza, mi enemiga!
perseguidora maga,
que el sol de mi existencia
anublas con tus alas,
y en todos mis placeres
como una nube parda
mojándome los ojos
delante de mí pasas...
Lo escribió José Maria Gutierrez en 1845.
Me gustó