Trago el polvo, arenoso, rojizo. Te encuentro ahí, donde siempre. Embarullado, entristecido, maltrecho. Intento acercarme, es imposible. Solo nos tomamos de las manos, las apretamos fuerte, es lo único que nos queda. Estar siempre donde sepamos encontrarnos. Y sabes que escucho cada palabra y sabes que no se puede decir nada. Estamos donde elegimos estar y se hace pesado pensar en lo que podría haber sido.
El polvo se transformó en piedra en mi estomago y me duele.
Quizá el polvo que más cuesta tragar es el de saber que todos los días estamos eligiendo.
ResponderEliminarSin duda!
ResponderEliminarMuy bueno. Saludos
ResponderEliminarGracias, Ger
ResponderEliminarsaludos