despido el espacio,
abrazo a quien lo habita.
Antes, con las manos sangrantes,
suplicaba que nada sucediera,
que nada más sucediera.
Ahora, aquí en mi montaña,
miro la piel que me contiene
y respiro lo que vendrá
Qué alivio que no paró el mundo,
qué alivio que las cosas siguieron sucediendo.
El ánimo siempre de mi lado
y mucha fuerza en los bolsillos.