La espalda ajada por el cemento, las manos sangrantes, mi pelo hecho mierda. Basta. No sostuve más el eje del colectivo y calló con peso muerto. Me incorporé como pude y a lo lejos lo ví. Taller “Al paso”. Al tipo le dio impresión mi aspecto, le dije que no temiera, que solo necesitaba una rueda, un auxilio. Se acercó en silencio y me tomó de las manos: Mujer ¿que te pasó? Kilómetros hecha rueda, contesté. Mañana sanarán las heridas, pensé. El tipo cambió la rueda rápidamente, sin emitir ni una palabra. A la hora ya había retomado el camino. Destino incierto pero destino al fin.
La ventanilla convertida en pantalla de cine hacia que el camino se hiciera entretenido. De repente una escena que no recordaba nubló mi vista. Noches enteras de soledad y el corazón que no paraba de hacerse oír. Los corazones, por lo general no se escuchan, el mío si. Más de mil noches, en las que no podía dormirme por su latido inquieto.¿ A que le temía? ¿Cual era la ansiedad que asechaba mis noches de niña? No lo se aun. En esa ventanilla llena de la misma imagen, yo, recostada en la cama con las sabanas hasta el pecho solo oyendo el molesto latir de mi corazón. Pensaba, cuando niña, ¿parará en algún momento? Y ahora, ya entrada en años, tengo la certeza de que parará.
La ventanilla convertida en pantalla de cine hacia que el camino se hiciera entretenido. De repente una escena que no recordaba nubló mi vista. Noches enteras de soledad y el corazón que no paraba de hacerse oír. Los corazones, por lo general no se escuchan, el mío si. Más de mil noches, en las que no podía dormirme por su latido inquieto.¿ A que le temía? ¿Cual era la ansiedad que asechaba mis noches de niña? No lo se aun. En esa ventanilla llena de la misma imagen, yo, recostada en la cama con las sabanas hasta el pecho solo oyendo el molesto latir de mi corazón. Pensaba, cuando niña, ¿parará en algún momento? Y ahora, ya entrada en años, tengo la certeza de que parará.